De víctima a victimaria….

17 - octubre - 2018

La noticia conmocionó al barrio. Alguien había muerto, muchos no se apenaron por la víctima fatal pero lo cierto es que un asesinato siempre causa conmoción –aunque claro está algunos más que otros, algunas circunstancias lo hacen más conmovedor -. ¿La victima? La persona muerta era un hombre de 36 años, habría muerto desangrado por una puñalada certera en su cuello. ¿La víctima? Sí, la víctima de la historia es una nena de 13 o 14 años, como mi hija, como tu sobrina quizás. La justicia, que debe investigar el caso la imputó por homicidio. La justicia que debería haber investigado mucho tiempo antes qué pasaba en ese entorno, hoy quiere esclarecer el crimen de un hombre de 36 años en manos de una nena de 13 o 14 –da igual- pero sólo para “cerrar el caso” porque es inimputable. Penalmente, la nena no será sometida a juicio ni será condenada pero la condena, evidentemente, ya la venía cumpliendo cada día, con una familia que no pudo, no supo verla, conocerla, darse cuenta que algo pasaba.

¿Qué lleva a una nena de 13 o 14 años –da igual- a matar al papá de una amiga suya mientras éste estaba en una cama – cuánta significancia cobra el lugar del hecho ¿verdad?- Una cama que pudo haber sido testigo de abusos, de maltratos, de muchas cosas más. Una sociedad seria no permitiría jamás que se sepa el nombre de esta niña, mientras tanto, distintas áreas de la Municipalidad, el Juzgado de Familia y los Servicios de Protección se están ocupando de recomponer una niña hecha pedazos, no por lo que hizo, no por la puñalada final, sino por el inicio de esta historia que seguramente no tiene un desarrollo de cuento, que probablemente no la tenía como protagonista de una historia de hadas. Su historia debe haber sido tormentosa, puede que oscura, puede que haya tenido mil “tildes” en su entorno, en su escuela, si es que iba, en su barrio, en su familia.

Me pregunto, ¿Qué lleva a una nena de 13 o 14 años –da igual- a matar a un hombre de 36 años de una puñalada en una cama mientras a unos kilómetros miles de mujeres gritaban por los derechos de todas, incluso de ella? ¿Cuántos interrogantes más rodean situaciones como esta? ¿Cuántas preguntas no se hicieron en su momento y cuántas no contestadas previamente? ¿Cuántos silencios impuestos debieron haber pasado a lo largo de estos pocos 13 o 14 años? ¿Habrá más de un “de eso no se habla”? ¿Habrá tenido la posibilidad de hablar con una “seño”, o una “profe” sobre lo que pasaba, lo que quizás vivía? ¿Habrán desoído más de un grito o un llanto? ¿Habrán dejado pasar alguna señal de que algo no estaba bien? Quizás haya querido poner el punto final a una historia que le dio el papel protagónico pero no el que desearía ni eligió tener…

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